historia de la CATEDRAL
Cuenta la leyenda que los restos del Apóstol Santiago el Mayor, tras ser decapitado en el año 44 en Jerusalén, fueron trasladados a Galicia en una barca de piedra y que su tumba fue abandonada en el siglo III debido a las persecuciones romanas de los cristianos en Hispania. En el año 813, dicen que un ermitaño llamado Pelayo encontró el sepulcro de Santiago el Mayor tras ver unas luces extrañas en el cielo nocturno. El obispo Teodomiro de Iria reconoció este hecho como un milagro e informó al rey Alfonso II de Asturias, el cual ordenó construir una capilla en el lugar. Pronto la noticia corrió como la pólvoro por todos los rincones del mundo cristiano haciendo que la tumba de Santiago se convirtiese en un foco de atracción para toda la Cristiandad. El hecho de que el supuesto cuerpo de Santiago se conservara en su integridad lo convertía en la reliquia más grande de la época bíblica. De ahí que a partir del siglo X miles de fieles se dirigieran a pie cada año, desde todos los puntos del continente europeo, hacia aquel confín de la Cristiandad, para rendir tributo al cuerpo del Apóstol. El Camino de Santiago se convirtió en la mayor vía de peregrinación de Occidente, y Compostela, la ciudad surgida junto a la tumba, en destino de un incontenible movimiento en el mundo cristiano. Tal fue también la razón de que enseguida se decidiera dedicar a las reliquias de Santiago un edificio que estuviera a la altura de su importancia.
La iglesia que fue construida donde el sepulcro de Santiago, se amplió en el año 899 por Alfonso III, que encargó la construcción de un templo de piedra en estilo asturiano, con tres naves y cabecera rectangular. Pero esta segunda iglesia fue destruida por el ataque del caudillo musulmán Almanzor en 997. El obispo San Pedro de Mezonzo la reconstruyó en 1003, en un estilo prerrománico.
La iglesia que fue construida donde el sepulcro de Santiago, se amplió en el año 899 por Alfonso III, que encargó la construcción de un templo de piedra en estilo asturiano, con tres naves y cabecera rectangular. Pero esta segunda iglesia fue destruida por el ataque del caudillo musulmán Almanzor en 997. El obispo San Pedro de Mezonzo la reconstruyó en 1003, en un estilo prerrománico.
IGLESIA ROMÁNICA
Debido a la multitud de peregrinaciones, se decidieron hacer las obras de una gran catedral románica en el año 1075 bajo el impulso del rey Alfonso IV y del obispo Diego Peláez, a cargo de los maestros de obra Bernardo el Viejo y su ayudante Galperinus Robertus con medio centenar de canteros, según el Codex Calixtinus. El obispo Diego Peláez fue destituido en 1088, parándose las obras por algún tiempo.
Debido a la multitud de peregrinaciones, se decidieron hacer las obras de una gran catedral románica en el año 1075 bajo el impulso del rey Alfonso IV y del obispo Diego Peláez, a cargo de los maestros de obra Bernardo el Viejo y su ayudante Galperinus Robertus con medio centenar de canteros, según el Codex Calixtinus. El obispo Diego Peláez fue destituido en 1088, parándose las obras por algún tiempo.

Su sucesor, el obispo Diego Gelmírez, daría un fuerte impulso a la construcción, lo que permitió la finalización de esta primera basílica románica. Además, Gelmírez consiguió que la diócesis compostelana fuera elevada a la condición de arzobispado. Bajo el mandato del obispo Gelmírez, entre los años 1100 y 1122, las dos puertas de los cruceros de la catedral, la de las Platerías y la de la Azabachería, fueron decoradas con ambiciosos programas escultóricos, dirigidos a los peregrinos que terminaban allí el largo camino. La primera de ellas fue concluida en 1104. Pero unos años después, cuando la iglesia sufrió un incendio en el curso de una revuelta popular, la puerta del crucero norte, de la Azabachería, resultó muy dañada. Ello hizo que sus relieves fueran reaprovechados adosándolos a la puerta de las Platerías. De este modo, esta magnífica obra quedó convertida en un extraño e interesante conglomerado de añadidos.
La fuerte inclinación del terreno en el que se erigió la catedral hizo que pronto afloraran graves problemas estructurales en el edificio, que tendía a desplazarse y amenazaba con el derrumbe. Era una situación preocupante, que suponía todo un desafío para los constructores de la época. Para solucionarla se requirió del genio y la ciencia de un arquitecto excepcional de aquellos años: el maestro Mateo, autor de los últimos tramos de las naves, las torres defensivas del oeste, la cripta y, sobre todo, del Pórtico de la Gloria, un conjunto escultórico sin igual en Europa que aun hoy preside la entrada oeste.
La Catedral fue consagrada en el año 1211 y el papa Alejandro III concedió privilegios a todo aquel que visitase el templo en Año Santo. Al mismo tiempo, los fieles obtenían un documento (hoy llamado compostelana) que acreditaba su peregrinación. En la época, ese documento aseguraba el derecho de asilo en la ciudad. Santiago de Compostela y su catedral se convirtieron en la meta de salvación para los cristianos y, alrededor de ella y de sus diferentes rutas, se impulsaron todo tipo de construcciones, como hospitales, albergues, calzadas y mercados.
A medida que fue pasando el tiempo y los estilos iban evolucionando, se fueron añadiendo elementos góticos, renacentistas y barrocos.
La fuerte inclinación del terreno en el que se erigió la catedral hizo que pronto afloraran graves problemas estructurales en el edificio, que tendía a desplazarse y amenazaba con el derrumbe. Era una situación preocupante, que suponía todo un desafío para los constructores de la época. Para solucionarla se requirió del genio y la ciencia de un arquitecto excepcional de aquellos años: el maestro Mateo, autor de los últimos tramos de las naves, las torres defensivas del oeste, la cripta y, sobre todo, del Pórtico de la Gloria, un conjunto escultórico sin igual en Europa que aun hoy preside la entrada oeste.
La Catedral fue consagrada en el año 1211 y el papa Alejandro III concedió privilegios a todo aquel que visitase el templo en Año Santo. Al mismo tiempo, los fieles obtenían un documento (hoy llamado compostelana) que acreditaba su peregrinación. En la época, ese documento aseguraba el derecho de asilo en la ciudad. Santiago de Compostela y su catedral se convirtieron en la meta de salvación para los cristianos y, alrededor de ella y de sus diferentes rutas, se impulsaron todo tipo de construcciones, como hospitales, albergues, calzadas y mercados.
A medida que fue pasando el tiempo y los estilos iban evolucionando, se fueron añadiendo elementos góticos, renacentistas y barrocos.

LA REFORMA BARROCA
En 1660 llegó la mayor revolución estética al templo compostelano, renovado según el gusto barroco. Las primeras obras se realizaron en el altar mayor y la cúpula, luego se dio forma a los órganos, se trazó el lienzo de la Puerta Santa, se embelleció la Torre del Reloj y se culminó en 1750 con la grandiosa fachada del Obradoiro.
Dichas obras barrocas corrieron a cargo de los maestros Vega y Verdugo, Domingo de Andrade y Fernando Casas y Novoa, que también se encargaron del trazado definitivo de las plazas que rodean al templo y de muchos de los edificios colindantes. Y fue gracias a estas numerosas reformas y construcciones barrocas que la ciudad que Santiago de Compostela es reconocida como ‘la ciudad barroca por excelencia de España’.
La larga existencia de la Catedral de Santiago no sólo ha acogido episodios sacros, esplendores religiosos y coronaciones como la de los reyes de Galicia en la Edad Media, sino que también fue escenario de episodios más mundanos, como ser empleado como cuartel por los soldados franceses durante la guerra de Independencia (que también robaron importantes piezas); los hurtos han continuado hasta nuestros días, como el reciente robo del Códice Calixtino, considerado como la primera guía de viajes de la historia.
En 1660 llegó la mayor revolución estética al templo compostelano, renovado según el gusto barroco. Las primeras obras se realizaron en el altar mayor y la cúpula, luego se dio forma a los órganos, se trazó el lienzo de la Puerta Santa, se embelleció la Torre del Reloj y se culminó en 1750 con la grandiosa fachada del Obradoiro.
Dichas obras barrocas corrieron a cargo de los maestros Vega y Verdugo, Domingo de Andrade y Fernando Casas y Novoa, que también se encargaron del trazado definitivo de las plazas que rodean al templo y de muchos de los edificios colindantes. Y fue gracias a estas numerosas reformas y construcciones barrocas que la ciudad que Santiago de Compostela es reconocida como ‘la ciudad barroca por excelencia de España’.
La larga existencia de la Catedral de Santiago no sólo ha acogido episodios sacros, esplendores religiosos y coronaciones como la de los reyes de Galicia en la Edad Media, sino que también fue escenario de episodios más mundanos, como ser empleado como cuartel por los soldados franceses durante la guerra de Independencia (que también robaron importantes piezas); los hurtos han continuado hasta nuestros días, como el reciente robo del Códice Calixtino, considerado como la primera guía de viajes de la historia.